domingo, 25 de septiembre de 2011

Acudir a la oracion

Acudí a la oración
porque me hirió de muerte la vida
Me refugié en tus brazos, Señor,
cuando no tuve más aliento.
Pero tú me empujas de nuevo
incansablemente, a mi ruedo.

Mañana empezaré otra vez,
como ayer, como cada día.
Y volveré, sí, volveré,
pero con una mirada nueva,
con una sonrisa recién estrenada,
y con esa fuerza
que sé que no es mía.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

El silencio, según Benjamín González Buelta

No es mi silencio
una casa abandonada,
ni una llaga que no tiene cura.
Es una tierra arada
por el acero solidario.
Se alarga mi espera como surcos,
certeza horizontal sobre la tierra
abierta de par en par
hacia la Altura. 

B.GONZÁLEZ BUELTA SJ, Salmos para "sentir y gustar internamente". Una ayuda para la experiencia de los Ejercicios Espirituales, Sal Terrae, Santander 2004, 152

jueves, 15 de septiembre de 2011

Me han dicho de tu Reino

Jesús, me han dicho que has hablado
nuevamente de tu Reino nuevo,
que has vuelto a encender desde dentro
las esperanzas más olvidadas.
¡Hay tanta gente que no sabe
cómo les quieres y para qué les sueñas!
Pero hoy los pobres han vuelto a escuchar
sus nombres dignamente pronunciados,
y los pequeños han sido recolocados
en la palma amplia de tu mano.

Jesús, me han dicho que has soñado
para nosotros un horizonte diferente,
más elevado, fraterno y generoso,
donde redescubrirnos como hermanos.
Mira que estamos perdidos,
confusos por nuestras propias mentiras.
Pero tú has rescatado nuestras aspiraciones
del letargo egoísta del consumo,
de la deriva suicida de la falta de moral
y de la soledad seca del individualismo.

Jesús, me han dicho que has actuado
nuevamente como sólo tú lo haces:
llamando a la Vida a los últimos
para que vuelvan a sentirse los primeros,
acariciando con tu mirada a los niños
para que puedan –si les dejan- acercarse a ti.
Has vuelto a curar también mis heridas
que me empeño ciegamente en infringirme.
Has vendado con seda fresca
todos los corazones desahuciados.














¡Jesús, acógeme de nuevo en tu Reino!
que no me quede escondido
en la estrecha y vieja choza
de mis seguridades y cobardías.
Que te abra mi corazón y me atreva
a ir sólo donde Tú me lleves.
Quiero habitar en esa tierra irreductible
que no tiene más territorio que nuestras almas,
ni más tiempo que el latido de tu corazón,
ni más gobierno que el sueño de tu voluntad.