domingo, 7 de noviembre de 2010

Como músico de metro es mi Señor

Pasan de largo, son cientos.
Tú estás, pero nunca insistes.
Viven, pero no tienen tiempo
de fijarse que Tú también existes.

Tú humilde, bajo tierra.
¡Tantas cosas por contar!
Toda una vida entera
que a nadie parece importar.

Tras tus guantes, un artista;
tras tus letras, un amor;
en tus ojos, la llamada;
en el “nadie”, un Señor.

La prisa hecha sordera,
soberbia, indiferencia.
Rompió la noche, suave voz:
“¿Es que tampoco tú quieres
escuchar hoy mi canción?”

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