viernes, 18 de febrero de 2011

Atrapar a Dios















¿Quién puede detener la fuerza del mar,
o las sacudidas de la tormenta?
¿Quién puede intentar guardar
un rayo de sol, un poco de viento?
¿Quién puede atrapar a Dios?

Sólo cabe la actitud de la gaviota,
que deja que el viento pase por todo su ser;
y que sólo su ímpetu o caricia sostengan sus alas.

Sólo cabe la actitud de la hierba,
pobre, sencilla,
que siempre espera la próxima lluvia.

Sólo cabe la actitud de las rocas del mar,
que se dejan moldear por éste.
Lentamente, constantemente.

Sólo cabe la actitud del campo en barbecho,
que nada tiene
y todo lo espera de su Dueño.

"...pero la palabra de Dios no está encadenada" (Tm 2, 9)