domingo, 27 de febrero de 2011

El estárter romano

(Mateo 17, 24-27)
Él paga mi deuda y mis carencias
con su moneda y sus tesoros.

Él toma la iniciativa;
pero necesita mi colaboración
(ir, pescar, abrir bocas de peces, volver, pagar...)

Él está libre de este mundo;
pero quiere que aprendamos
a jugar con las reglas de esta tierra.

Él hace, en definitiva, el milagro;
a mí me corresponde el trabajo.



Él ha querido –y yo me he dejado-
que no haya más “Él” ni “yo”,
sino sólo el correr una misma suerte,
el contemplar un mismo horizonte,
el vivir en una sola compañía.

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