Todas esas palabras vacías de mi vida,
todas esas voces que no son realmente la mía,
todos esos ruidos con los que lleno mi boca
y esconden lo auténtico de mi ser.
Róbame, Señor, las palabras.
Transforma tanta aduladora energía
en búsqueda de Ti en cada esquina
y, hallándote desnudo en lo cotidiano,
sepa arroparte con un "sí" arriesgado.
Róbame, Señor, las palabras.
Aléjalas de mí en tal manera
que ya sólo pueda decirte que te quiero
con el ritmo constante e insaciable
de mi día a día.