jueves, 25 de noviembre de 2010

Lumbre

Amo tu callar.
En las
cigarras hay una
luz que reabre
las celdas.
La tarde
que nos mira. 


Cuando acudo a tu silencio,
que viene para mirarse.
Que deja un hueco
donde se sostiene mi núcleo ciego.
Donde el canto no es camino,
ni orilla.

No sé si la tarde
es verdadera o es solo
apariencia de farola.
Si es fértil esa lluvia
de jilgueros,
esos ecos
de los diálogos.

Si te dejas
transitar,
podrás ser.

(Simón Delgado, sj)

lunes, 15 de noviembre de 2010

Silencio-denuncia

Hay muchos tipos de silencio. Quizá el más elocuente sea el silencio-protesta.
Aquí va una iniciativa de cómo gritar, en silencio, por los que no tienen voz en esta sociedad; compartir un espacio urbano totalmente mudo con personas que viven y trabajan con nosotros, sostienen nuestra sociedad en silencio, pero que son ahora más ilegales que nunca gracias a la nueva ley de extrangería. Se trata de los Círculos del Silencio

Infórmate de esta iniciativa en tu ciudad, en colectivos y asociaciones de ayuda a las personas inmigrantes. En Valladolid: http://www.redincola.org/evento.php?id_eve=88
En facebook: http://es-la.connect.facebook.com/event.php?eid=160549413976709&index=1

martes, 9 de noviembre de 2010

El valor de la oración

El siguiente texto es de un amigo. Es un espectáculo tal de matices y colores, que cualquier imagen que pusiera se quedaría muy corta... así que ahí va, desnudo:

Cuando el pensamiento abre las puertas del alma
y en cada alma entran dos, nace la oración.
Habla uno en silencio, lleno de voz.
El otro, invisible, sostiene tan puro ardor.
Fuera de nosotros no hay nadie.
La mañana se duerme en su propia luz.
Y el tiempo se detiene, pues pausa de amor es la oración.

No sólo en la Iglesia, ni ante una imagen o ante la Cruz,
sino que en cualquier lugar y a cualquier hora,
si alguien se despoja hasta de su nombre
y entra en la quietud transparente del silencio
y en la sencillez sin esquinas de su pureza interior,
la oración pone en vuelo la mirada y sella los labios
con su ángel de luz para que todo transcurra por dentro.

La oración es dar pasos ignorando tu cuerpo.
La oración es hundir las manos
en el costado del dolor como si fuera un beso.
La oración es la ventana abierta
por la alegría para que todos nos asomemos a ella.
La oración no es mirar a Dios, es mirar junto a Dios.

La oración es el amigo que habla de la promesa de un mañana
y nos da la mano para acompañarnos y para caminar
por su horizonte limpio de piedras.
La oración es volver con temblor y emoción
al seno materno cuando se es viejo.
La oración convierte en canto el triunfo ajeno.
La oración ama la soledad del propio fracaso.

Inclinada siempre la oración pregunta, y si responde,
lo hace con palabras tan hondas que ya no son suyas.
Cada vez que comienza la oración es única,
pues cada vez que nos deshabitamos
y que nos vaciamos por dentro,
la oración nace y nosotros nacemos.

La oración es una llama callada que nunca se apaga.
La oración es un alma que mira a los ojos del cielo
y le suplica que nunca deje de brillar en él.
Todo esto existe porque alguien, en algún lugar,
arrodilla su corazón para invocar y coloca su oído junto al alma
para escuchar su susurro de amor.
Todo esto existe porque alguien, en algún lugar, ora.
Y el mundo se hace nuevo,
y el mundo es alcanzado, sostenido,
por la fuerza virgen de lo que aparentemente nadie ha visto.

(Gonzalo Perelétegui,
basado en un texto de Javier Lostalé)

domingo, 7 de noviembre de 2010

Estrechos caminos


Cuando se abran los caminos
y más aún
cuando parezcan estrecharse,
te pido, Señor de mi historia,
poner mis ojos todos en los tuyos
sin poder nada más
que confiar.

Como músico de metro es mi Señor

Pasan de largo, son cientos.
Tú estás, pero nunca insistes.
Viven, pero no tienen tiempo
de fijarse que Tú también existes.

Tú humilde, bajo tierra.
¡Tantas cosas por contar!
Toda una vida entera
que a nadie parece importar.

Tras tus guantes, un artista;
tras tus letras, un amor;
en tus ojos, la llamada;
en el “nadie”, un Señor.

La prisa hecha sordera,
soberbia, indiferencia.
Rompió la noche, suave voz:
“¿Es que tampoco tú quieres
escuchar hoy mi canción?”